Inseminación In Vitro

El proceso de fertilización in vitro (FIV) comienza con la estimulación de los ovarios mediante medicamentos hormonales para producir múltiples óvulos maduros. Estos óvulos se extraen mediante un procedimiento mínimamente invasivo y se fertilizan con espermatozoides en un laboratorio. 

Los embriones resultantes se cultivan durante unos días en condiciones óptimas. Finalmente, uno o más de estos embriones se transfieren al útero de la mujer, con la esperanza de lograr un embarazo. Cada paso del proceso es cuidadosamente monitoreado y realizado con el objetivo de brindar las mejores condiciones para el éxito del tratamiento.

Es particularmente indicada cuando hay problemas en las trompas de falopio, como bloqueos o daños, que impiden el paso del óvulo fertilizado al útero. También es una opción cuando hay un factor masculino en los problemas de fertilidad, como baja cantidad o calidad de espermatozoides. 

La FIV puede ser necesaria en casos de endometriosis, mujeres con fallo ovárico prematuro, o para preservar el sueño de ser padres en personas que deben someterse a tratamientos médicos, como la quimioterapia, que podrían afectar su capacidad para tener hijos en el futuro.

 Las posibilidades de quedar embarazada con inseminación in vitro (FIV) varían según varios factores, como la edad de la mujer, la causa de la infertilidad y la calidad de los óvulos y espermatozoides. 

En general, para mujeres menores de 35 años, las tasas de éxito por ciclo pueden llegar al 40%. Esta tasa puede disminuir con la edad y según la situación específica de cada pareja. Es importante considerar estos factores y hablar con un especialista para entender mejor las expectativas y opciones disponibles.