¿Qué es la azoospermia?

La azoospermia es una condición médica que se diagnostica cuando no se encuentran espermatozoides en la muestra de semen, incluso después de ser procesada en el laboratorio mediante técnicas de centrifugación. Esta ausencia completa de espermatozoides representa cerca del 10 al 15 % de las causas de infertilidad masculina, según datos de la Asociación Europea de Urología y la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM).

Aunque muchas veces se habla de la fertilidad masculina en términos de cantidad o movilidad de espermatozoides, la azoospermia va más allá: implica que, en principio, no hay células reproductivas masculinas disponibles para fecundar un óvulo. En la mayoría de los casos, esta condición no produce síntomas visibles, lo que hace que muchos hombres la descubran solo cuando se realiza un estudio de fertilidad, como el espermograma.

Comprender esta condición implica reconocer sus causas posibles, saber cómo se diagnostica correctamente y conocer qué opciones de tratamiento existen. La información adecuada, basada en evidencia médica, permite tomar decisiones oportunas y realistas ante un diagnóstico de este tipo.

Tipos de azoospermia: obstructiva y no obstructiva

Desde el punto de vista clínico, la azoospermia se clasifica en dos grandes grupos: azoospermia obstructiva y azoospermia no obstructiva, dependiendo del lugar en el que se interrumpe el proceso de producción o transporte de espermatozoides.

En la azoospermia obstructiva, los espermatozoides sí se producen en los testículos, pero no pueden salir debido a una obstrucción en los conductos encargados de transportarlos. Esta obstrucción puede deberse a infecciones previas, cirugías como la vasectomía, alteraciones congénitas o lesiones traumáticas. En este tipo de azoospermia, la función testicular puede estar conservada, lo que abre la posibilidad de recuperación de espermatozoides mediante procedimientos quirúrgicos.

En cambio, la azoospermia no obstructiva está relacionada con una alteración en la producción misma de los espermatozoides dentro del testículo. Puede estar causada por alteraciones genéticas, problemas hormonales, enfermedades como el síndrome de Klinefelter o daños testiculares por exposición a tratamientos como la quimioterapia. En estos casos, la posibilidad de encontrar espermatozoides viables dependerá del grado de daño testicular y de si existe alguna zona en los testículos donde se mantenga la producción espermática, aunque sea en cantidades muy pequeñas.

¿Cómo diagnosticar la azoospermia?: el papel del espermograma

El examen básico para detectar la azoospermia es el espermograma, un análisis de laboratorio que permite evaluar el volumen del semen, la concentración de espermatozoides, su movilidad y morfología. Cuando el resultado indica ausencia total de espermatozoides, se recomienda repetir el análisis al menos una segunda vez, con un intervalo prudente, para confirmar el diagnóstico.

Además del espermograma, el médico puede solicitar pruebas hormonales (como FSH, LH y testosterona), exámenes genéticos, ecografía testicular y, en algunos casos, una biopsia testicular. Este conjunto de pruebas permite diferenciar entre una causa obstructiva o no obstructiva, lo cual es clave para definir las posibilidades terapéuticas.

La biopsia testicular, por ejemplo, no solo ayuda a identificar el tipo de azoospermia, sino que también puede permitir la recuperación directa de espermatozoides si estos están presentes en alguna parte del tejido testicular. Esta técnica se utiliza, entre otras cosas, para su eventual uso en tratamientos de reproducción asistida.

¿Qué opciones existen para lograr un embarazo?

Las opciones disponibles para lograr un embarazo dependerán directamente del tipo de azoospermia, del estado general de salud del hombre y de los hallazgos obtenidos durante el proceso diagnóstico. En los casos obstructivos, las técnicas de recuperación de espermatozoides, como la TESA (aspiración espermática testicular) o la extracción mediante microcirugía (MESA o micro-TESE), ofrecen tasas de éxito alentadoras. Los espermatozoides recuperados pueden usarse para una fertilización in vitro (FIV) con inyección intracitoplasmática (ICSI), que consiste en introducir un solo espermatozoide en el óvulo.

En los casos no obstructivos, el abordaje puede ser más complejo. Si se logra recuperar espermatozoides mediante biopsia testicular, también puede optarse por FIV-ICSI. Sin embargo, si no hay presencia de espermatozoides viables, una alternativa disponible es la utilización de semen de donante, una decisión que debe tomarse con acompañamiento médico, emocional y psicológico.

Es fundamental entender que, más allá del procedimiento técnico, estas decisiones suelen involucrar una carga emocional significativa para la pareja. Por ello, el acompañamiento integral de especialistas en fertilidad, psicología y genética puede ser decisivo para transitar el proceso con mayor claridad y serenidad.

Recuerda que recibir un diagnóstico de azoospermia puede generar múltiples preguntas y emociones. Contar con información clara, un diagnóstico bien fundamentado y un equipo médico que escuche, guíe y acompañe marca la diferencia en el proceso.En Fertivida, contamos con un equipo interdisciplinario especializado en salud reproductiva que orienta a cada persona con base en evidencia científica, experiencia clínica y calidez humana. Porque el primer paso para tomar decisiones informadas es comprender bien lo que ocurre.

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