Cuando una pareja decide buscar un embarazo, muchas veces la atención se concentra en la salud de la mujer. Sin embargo, la fertilidad es una función compartida. El cuerpo masculino también necesita cumplir ciertas condiciones para que la fecundación ocurra. Entender que la salud reproductiva del hombre es tan determinante como la femenina, permite tomar decisiones informadas y, sobre todo, preventivas.
Aunque la producción de espermatozoides se da de forma continua a lo largo de la vida, hay múltiples factores que pueden afectar su calidad, cantidad o movilidad. Algunos son genéticos o producto de condiciones médicas, pero muchos otros dependen del estilo de vida, la alimentación, el equilibrio hormonal o incluso del estado emocional. Y es que el cuerpo responde como un sistema completo, y para que los espermatozoides lleguen en buenas condiciones al encuentro con el óvulo, todo ese sistema debe estar funcionando bien.
Por eso, hablar de los cuidados que debe tener el hombre para lograr un embarazo es hablar de una visión integral. No se trata solo de evitar hábitos dañinos o consumir suplementos, sino de mirar cómo el cuerpo, la mente y las emociones se relacionan con la fertilidad masculina.
Salud física: el primer terreno para la fertilidad masculina
La salud general del cuerpo influye directamente en la calidad espermática. Tener un peso saludable, controlar el estrés físico y evitar la exposición prolongada a temperaturas altas en la zona genital son medidas fundamentales. Por ejemplo, el uso frecuente de saunas, portátiles en las piernas o ropa interior muy ajustada puede aumentar la temperatura testicular y disminuir la producción de espermatozoides.
El ejercicio moderado es una gran herramienta, pero debe ser balanceado. El exceso de actividad física de alta intensidad, como la que practican algunos deportistas de alto rendimiento, puede alterar los niveles hormonales y disminuir la producción espermática. En estos casos, más no siempre es mejor. El cuerpo necesita un equilibrio entre movimiento y descanso.
Alimentación: nutrir desde el interior

La calidad de los espermatozoides también está profundamente influenciada por lo que se come. Vitaminas como la C, la E y minerales como el zinc o el selenio tienen un papel importante en la producción y protección del esperma. Las dietas altas en antioxidantes, presentes en frutas, verduras y grasas saludables como las del aguacate o el aceite de oliva, favorecen un entorno más fértil a nivel celular.
Por el contrario, el consumo frecuente de alcohol, alimentos ultraprocesados, azúcar refinada y grasas saturadas puede afectar negativamente la calidad seminal. La recomendación no es caer en una alimentación restrictiva, sino en una alimentación consciente, variada y adaptada al estilo de vida del hombre.
Factor hormonar: el equilibrio que no se ve, pero se siente
En el cuerpo masculino, las hormonas como la testosterona, la FSH (hormona foliculoestimulante) y la LH (hormona luteinizante) regulan la producción de esperma. Cuando alguno de estos niveles está alterado, la fertilidad se puede ver comprometida.
Algunos síntomas pueden alertar sobre posibles desequilibrios hormonales: cambios en la libido, disminución de la masa muscular, fatiga constante o alteraciones en el estado de ánimo. En estos casos, es clave consultar con un especialista para evaluar si hay alguna condición médica subyacente, como el hipogonadismo, y tratarla a tiempo.
También es importante tener cuidado con el uso de esteroides anabólicos, ya que pueden inhibir la producción natural de testosterona y, en consecuencia, afectar seriamente la fertilidad.
Salud mental y emocional: el otro pilar silencioso
Aunque suele pasar desapercibida, la salud mental tiene un impacto profundo en la fertilidad masculina. El estrés crónico, los cuadros de ansiedad o depresión pueden alterar la producción hormonal y, por lo tanto, el proceso espermatogénico. Además, el estado emocional influye en la calidad del sueño, la alimentación y la energía general del cuerpo, creando un efecto dominó que puede afectar la función reproductiva.
En procesos de búsqueda de embarazo, es común que el hombre sienta presión, frustración o incertidumbre, especialmente si hay dificultades. Por eso es fundamental normalizar el acompañamiento psicológico y abrir espacios donde también él pueda expresar lo que siente y recibir orientación profesional.
Cuidar la fertilidad masculina no se trata de hacer cambios drásticos o vivir con miedo a cada decisión. Se trata de tomar conciencia de que el cuerpo necesita ciertos cuidados, de que los hábitos importan y de que la salud reproductiva es una responsabilidad compartida.
En Fertivida, acompañamos a las parejas desde una mirada integral, incluyendo también la evaluación y orientación del hombre en cada etapa del proceso. Si desea conocer más sobre cómo optimizar su fertilidad masculina, puede agendar una cita con nuestros especialistas.